- La voluntad es la resignación de la pereza.
- El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno esta obligado a realizar.
- Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra.
- La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
- Es culpa mía, culpa mía personal, si el mundo va mal.
- La fuerza más fuerte de todas es un corazón inocente.
- Prohibir algo es despertar el deseo.
- Más celos da a la maldad la virtud que el vicio.
- Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.
- El error es una planta resistente, crece en cualquier terreno.
- El egoísta se ama a si mismo sin rivales.
- Uno puede defenderse contra los ataques; contra el elogio se está indefenso.
- Exige mucho de ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.
- Las costumbres del que nos habla nos convencen más que sus razonamientos.
- El egoísmo es la mayor maldición de la especie humana.
- Todo lo que endurece, desmoraliza.
- El castigo más justo es aquel que uno mismo se impone.
- Un puñado de paciencia vale más que un balde de sesos.
- La imaginación es el ojo del alma.
- Nunca he encontrado mejor compañía que la soledad.
- No frecuentes las malas compañías, no sea que aumente su número.
- La caridad es un deber; la elección de la forma, un derecho.
- Si la suciedad fuera un triunfo ¿Qué mano levantarías?.
- Un error reconocido es una victoria ganada.
- La ambición es el último refugio de todo fracaso.
- Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.
- No seas tan humilde, no eres tan grande.
- Si tan sólo tuviera un poquito de humildad sería perfecto.
- No hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás.
- Yo tengo la virtud de reconocer mis errores, y el error de reconocer mis virtudes.