- Los ejemplos son diez veces más útiles que los preceptos.
- La constancia es la virtud por la que todas las cosas dan su fruto.
- Los espíritus vulgares no tienen destino.
- La gente no busca razones para hacer lo que quiere hacer, busca excusas.
- El hombre se adentra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio.
- Perdónale todo a quien nada se perdona a sí mismo.
- Es bueno ser importante pero más importante es ser bueno.
- No hay cosa más difícil, bien mirado, que conocer un necio si es callado.
- Mi conciencia tiene para mi más peso que la opinión de todo el mundo.
- Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
- Por la calle del ya voy, se va a la casa del nunca.
- Cuidado con la tristeza, es un vicio.
- El que todo lo juzga fácil encontrará la vida difícil.
- La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.
- No siento el menor deseo de jugar en un mundo en el que todos hacen trampa.
- Entre dos soluciones, opta siempre por la más generosa.
- Si puedo preservar mi buen nombre, seré suficientemente rico.
- Quien no castiga el mal, ordena que se haga.
- Una opinión equivocada puede ser tolerada donde la razón es libre de combatirla.
- Yo me salvo, sólo, si por mi intermedio se salvan otros.
- Ser totalmente comprensivo le hace a uno indulgente.
- Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.
- El que se ocupa demasiado en hacer el bien no tiene tiempo de ser bueno.
- Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas.
- La buena conciencia sirve de buena almohada.
- A veces, lavándonos las manos, nos ensuciamos la conciencia.
- A veces cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes.
- Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien.
- El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.
- Sólo pensar en traicionar es ya una traición consumada.