- No creo en las casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino.
- Si quieres estar seguro de todo cuanto deseas, desea lo que puedas obtener.
- Sólo el virtuoso es competente para amar u odiar a los hombres.
- El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud.
- Estar contentos con poco es difícil, con mucho, es imposible.
- Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.
- La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.
- Los medios impuros desembocan en fines impuros.
- El verdadero valor consiste en saber sufrir.
- Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo.
- La virtud no habita en la soledad: debe tener vecinos.
- Saber lo que es equitativo y no hacerlo, he ahí la cobardía.
- La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural.
- Cumple con gusto tu deber terrenal y llevarás bien a cabo tus propósitos divinos.
- Sabio es solamente quien permanece amo de sí mismo.
- Hay que luchar, Nadie llega a la perfección por mera renuncia.
- Halla la recompensa de hacer el bien por el bien mismo.
- Lo que es bello es bueno y quien es bueno, también llegará a ser bello.
- La perfección es una pulida colección de errores.
- La integridad del hombre se mide por su conducta, no por sus profesiones.
- La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
- Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea.
- Quien tiene la voluntad tiene la fuerza.
- Dichosos los que pueden dar sin recordar y recibir sin olvidar.
- La impuntualidad es una falta de respeto, no de tiempo.
- Cuanta más comprensión demos, menos necesitaremos.
- El orgullo divide los hombres, la humildad los une.
- La paciencia tiene más poder que la fuerza.
- No hay como el orden para enseñar a ganar tiempo.
- No todo lo grande es bueno, más todo lo bueno es grande.