- Mucho más que los intereses es el orgullo quien nos divide.
- La envidia es una declaración de inferioridad.
- Lo que al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.
- Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
- El bien es lento porque va cuesta arriba.
- Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos.
- El peor de los males es creer que los males no tienen remedio.
- No hay esfuerzos inútiles.
- La única manera de deshacerse de la tentación es entregándose a ella.
- El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia.
- Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso.
- Los hombres que tienen los mismos vicios se sostienen mutuamente.
- Ceder a un vicio cuesta más que mantener una familia.
- La carencia de vicios añade muy poco a la virtud.
- Toda necesidad se calma y todo vicio crece con la satisfacción.
- Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
- Nadie es realmente digno de envidia.
- No hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores.
- En muchos casos hacemos por vanidad o por miedo, lo que haríamos por deber.
- Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos.
- A falta de perdón, deja venir el olvido.
- El arte de agradar es el arte de engañar.
- La tradición no se hereda, se conquista.
- La reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos.
- La capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual.
- La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa.
- Pocos ven lo que somos pero todos ven lo que aparentamos.
- Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse.
- Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error.
- Todos los órganos humanos se cansan alguna vez, salvo la lengua.