- El que sabe no habla, el que habla no sabe.
- No se aprende filosofía, sólo se aprende a filosofar.
- La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser.
- Quien es observador lleva un maestro consigo.
- Pensar dos veces ya es bastante.
- La suerte favorece sólo a la mente preparada.
- Cuando todos piensan igual, nadie piensa mucho.
- La continuidad implica necesariamente la alteración.
- El pensamiento y la palabra son sinónimos.
- Pensar es moverse en el infinito.
- La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
- Cesa de arañar la corteza; hay fruta madura en tu frente.
- Siempre y nunca, es tan largo el uno como el otro.
- Aprenda a doblarse, es mejor que quebrarse.
- Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios.
- Aunque le arranques sus pétalos, no quitarás su belleza a la flor.
- Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo.
- Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.
- Antes de negar con la cabeza, asegúrate de que la tienes.
- Son los inocentes y no los sabios los que resuelven las cuestiones difíciles.
- Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender.
- Apresúrate lentamente.
- Para saber algo, no basta con haberlo aprendido.
- La imaginación es más importante que el conocimiento.
- Los días más felices son aquellos que nos hacen sabios.
- Una vez despertado el pensamiento no vuelve a dormitar.
- La gloria, en verdad, no es otra cosa que un olvido aplazado.
- No veo ningún rey sabio. Nadie puede escucharme. Tengo que morir.
- No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche.
- El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide.