- Para poder enseñar a todos los hombres a decir la verdad, es preciso que aprendan a oirla.
- Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.
- No es en los hombres, sino en las cosas mismas, donde es preciso buscar la verdad.
- La memoria es una gran traidora.
- Sólo se inventa mediante el recuerdo.
- Dedicarse a especulaciones irregulares es decididamente dañoso.
- Hay tres clases de mentiras: La mentira, la maldita mentira y las estadísticas.
- Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí.
- Tres podrían guardar un secreto, si dos de ellos hubieran muerto.
- Dicen... Ya es media mentira.
- Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está totalmente alejado de ella.
- Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados.
- La verdad jamás daña a una causa que es justa.
- Conociendo la verdad, uno debe vivir de acuerdo con ella.
- Aquel a quien guía la pasión no llegará lejos.
- Un hombre ciego, aunque lleve en la mano una luz, no logrará ver.
- La tristeza de la separación y de la muerte es el más grande de los engaños.
- Lo he preferido de hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado.
- Observa lo ridículo en todas las cosas.
- Todos mienten, pero no importa, porque nadie escucha.